Tengo que reconocer que una de mis pasiones son los libros de historia, y que dentro de la historia, el capitulo bélico es mi preferido, y de todas las guerras, la Segunda Guerra Mundial. Que queréis que le haga, soy así de previsible. Así, he leído una gran cantidad de libros puramente de historia (lo que serían ensayos o estudios) sobre dicho conflicto bélico. Aunque si te gusta la historia ya te habrás dado cuenta que sobre este conflicto se ha escrito más que sobre cualquier otro hecho histórico.
De novelas también hay unas cuantas, la mayoría basadas en experiencias de los propios autores como Si esto es un hombre de Primo Levi, la saga de Sven Hassel, Vida y Destino de Vasili Grossman o Los Desnudos y los Muertos de Norman Mailer. Así, podríamos decir que Las Benévolas no es mas que otro libro más sobre un tema ya muy manido, pero entonces nos estaríamos equivocando y yo no estaría escribiendo este post (o quizás si, pero ese ya es otro problema).
Para empezar, el punto de vista del libro es completamente diferente a cualquier otra cosa que yo haya leído. La novela nos sumerge de lleno en la historia del régimen nazi y el holocausto pero... desde el punto de vista de un oficial de las SS, modelo de refinamiento, discreto homosexual y con una obsesión incestuosa con su hermana gemela (vamos, una historia de lo mas común). Y siendo la historia narrada por el propio protagonista, en ningún momento pretende ser una justificación, una disculpa o un ejercicio de arrepentimiento. Como podéis imaginar, tal planteamiento ha sido causa de polémica y rechazo. En su defensa debo decir que tampoco en ningún momento pretender defender o hacer comprensible la barbarie nazi, presentándonos un personaje protagonista que no despierta ninguna simpatía, al que considerareis detestable de principio a fin.
Profundo trabajo de documentación, el libro nos ofrece una visión histórica completa de la Segunda Guerra Mundial desde el inicio de la campaña de Rusia en Julio de 1.941, hasta la caída de Berlin en 1.945, dando testimonio de episodios históricos como la matanza de Babi Yar en Kiev, el cerco de Stalingrado, las reuniones donde se diseñó la Solución Final o la organización del transporte de judíos a Auswitch. Estos episodios en muchas ocasiones son tratados con una frialdad quirúrgica, mostrándonos toda la crueldad a la que un ser humano puede alcanzar (vamos, como Ramoncín versionando a Nirvana: eso si que es crueldad).
La novela contiene asimismo muchas referencias culturales y guiños a otras obras. Así, está organizada en siete partes llamadas como los siete movimientos de una suite de Bach, y el propio título del libro es una clara referencia a la Orestiada de Esquilo. Otro tema de referencia y recurrente a su vez, es la vida y obra de Mijail Lermontov y en concreto de su obra Un héroe de nuestro tiempo (curiosamente, pasé de no conocer ni el libro ni el autor a encontrarme una oportuna re-edición de esa novela ¿Aprovechando el tirón? Por suuesto, me la compré). De esta forma aprovecha el autor para hacernos entender que al contrario que nos pudiera parecer, la cúpula del poder Nazi no eran justamente unos iletrados, sino que la contrario, poseían una refinada y consistente formación cultural. De hecho, una de las conclusiones que puede extraerse del libro es justamente que la cultura no tiene porque salvarnos de la barbarie, sino que hasta puede ser el detonante de la misma y no Belén Esteban como todos creíamos.
Como puntos quizá mas débiles de la novela, destacar que existen pasajes e historias secundarias quizá del todo prescindibles (cosa comprensible, debido a su larga extensión) y que algunas escenas parecen forzadas para hacer destacar lo decadente y grotesco (hacer otra referencia a Belén Esteban o Ramoncín aquí sería demasiado sencillo).
Sobre este libro se ha escrito mucho (podéis comprobarlo vosotros mismos en Google las miles de referencias que encontrareis), provocando que la novela de Jonathan Littell haya sido descrita como la obra clave del siglo XXI (quizá un poco apresurado teniendo en cuentas que solo llevamos 10 años) o como una bazofia que frivoliza con el holocausto judío (¿Donde estaban estos cuando Roberto Benigni hizo La Vida es Bella? ¿Donde?).
La verdad es que es un libro en puntos desconcertante, que no deja ningún resquicio a la esperanza, pero a la vez es absorbente, de tal manera que puedes devorar sus casi mil páginas en poco tiempo. Un libro que seguramente gustará a los conversos en la temática y que supera la clasificación de genero para convertirse en literatura.
Para empezar, el punto de vista del libro es completamente diferente a cualquier otra cosa que yo haya leído. La novela nos sumerge de lleno en la historia del régimen nazi y el holocausto pero... desde el punto de vista de un oficial de las SS, modelo de refinamiento, discreto homosexual y con una obsesión incestuosa con su hermana gemela (vamos, una historia de lo mas común). Y siendo la historia narrada por el propio protagonista, en ningún momento pretende ser una justificación, una disculpa o un ejercicio de arrepentimiento. Como podéis imaginar, tal planteamiento ha sido causa de polémica y rechazo. En su defensa debo decir que tampoco en ningún momento pretender defender o hacer comprensible la barbarie nazi, presentándonos un personaje protagonista que no despierta ninguna simpatía, al que considerareis detestable de principio a fin.
Profundo trabajo de documentación, el libro nos ofrece una visión histórica completa de la Segunda Guerra Mundial desde el inicio de la campaña de Rusia en Julio de 1.941, hasta la caída de Berlin en 1.945, dando testimonio de episodios históricos como la matanza de Babi Yar en Kiev, el cerco de Stalingrado, las reuniones donde se diseñó la Solución Final o la organización del transporte de judíos a Auswitch. Estos episodios en muchas ocasiones son tratados con una frialdad quirúrgica, mostrándonos toda la crueldad a la que un ser humano puede alcanzar (vamos, como Ramoncín versionando a Nirvana: eso si que es crueldad).
La novela contiene asimismo muchas referencias culturales y guiños a otras obras. Así, está organizada en siete partes llamadas como los siete movimientos de una suite de Bach, y el propio título del libro es una clara referencia a la Orestiada de Esquilo. Otro tema de referencia y recurrente a su vez, es la vida y obra de Mijail Lermontov y en concreto de su obra Un héroe de nuestro tiempo (curiosamente, pasé de no conocer ni el libro ni el autor a encontrarme una oportuna re-edición de esa novela ¿Aprovechando el tirón? Por suuesto, me la compré). De esta forma aprovecha el autor para hacernos entender que al contrario que nos pudiera parecer, la cúpula del poder Nazi no eran justamente unos iletrados, sino que la contrario, poseían una refinada y consistente formación cultural. De hecho, una de las conclusiones que puede extraerse del libro es justamente que la cultura no tiene porque salvarnos de la barbarie, sino que hasta puede ser el detonante de la misma y no Belén Esteban como todos creíamos.
Jonathan Little, tan malo que hasta fuma |
Sobre este libro se ha escrito mucho (podéis comprobarlo vosotros mismos en Google las miles de referencias que encontrareis), provocando que la novela de Jonathan Littell haya sido descrita como la obra clave del siglo XXI (quizá un poco apresurado teniendo en cuentas que solo llevamos 10 años) o como una bazofia que frivoliza con el holocausto judío (¿Donde estaban estos cuando Roberto Benigni hizo La Vida es Bella? ¿Donde?).
La verdad es que es un libro en puntos desconcertante, que no deja ningún resquicio a la esperanza, pero a la vez es absorbente, de tal manera que puedes devorar sus casi mil páginas en poco tiempo. Un libro que seguramente gustará a los conversos en la temática y que supera la clasificación de genero para convertirse en literatura.
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