Hay libros sobre los que es fácil escribir, escudándote detrás de cuatro comentarios originales y jugando con la ventaja psicológica (que no real) de creer que el que te lee a su vez no ha leído el libro sobre el que hablas.
Por eso comentar Soldados de Salamina, uno de los libros más leídos en este país y sobre el que podéis encontrar miles de comentarios mas eruditos y documentados que el que yo tenga tiempo o ganas de hacer, supone un reto.... que sinceramente no sé si me apetece.
Reseñas en internet que hablan de la caracterización de los personajes, del Faction (técnica literaria que mezcla hechos reales con ficticios), o de las implicaciones políticas del libro (algunos muy surrealistas hechos por revisionistas del franquismo que no vale la pena ni comentar), las hay a patadas. Así que lo que voy a hacer es comentar la novela desde los sentimientos que me despertó cuando lo leí.
Y es que esto es lo mas curioso del libro, como mis sentimientos fueron cambiando conforme iba leyendo el libro.
Pinta fascista ya la tenía |
Gran parte del libro gira alrededor de la figura de Rafael Sánchez Mazas, escritor no muy reconocido, padre de Rafael Sánchez Ferlosio (si, el de El Jarama, ese libro bastante aburrido que te hicieron leer en el instituto) y abuelo del periodista Máximo Pradera. Fue uno de los fundadores de la Falange además de su ideólogo. Co-autor de la letra del Cara al Sol y el que se inventó el grito "Arriba España" (después de escribir todo esto voy a tener que desinfectar el teclado). Vamos, una perla de personaje, responsable por lo menos ideológicamente de las barbaridades cometidas en la guerra civil por el bando nacional.
Por lo tanto mi primera reacción sobre un libro que indagaba sobre el hecho de como había escapado de ser fusilado al final de la guerra, junto con una pequeña biografía con unos tintes de apología hacía su figura destacándolo como el paradigma del falangista desengañado por Franco, fue de una indignación total. Vamos, de tirar el libro y prenderle fuego.
Pero como parte de mi enfermedad mental me impide dejar un libro a medias (acaso dejarlo aparcado indefinidamente a la espera de mejores ocasiones), continué la lectura.
Para ser sincero, lo que me ayudó a acabar con el libro era sobretodo las personas que me habían recomendado el libro y lo improbable que estas encontraran fantástico una novela que fuera una apología a un fascista. Tenía que haber gato encerrado.
Y es que el truco no es visible hasta el final, cuando en un sorprendente final la novela da un giro total para desacreditar al supuesto héroe de la novela, Sánchez Mazas, que glorificaba la guerra y la proponía como remedio contra los problemas sociales; y mostrándonos a los verdaderos héroes de todas las contiendas, aquellos que entregan toda su vida de forma anónima a causas estúpidas como estúpidas son todas la guerras, y que están condenados a que su sacrificio sea engullido por el olvido del tiempo. De ahí lo de Soldados de Salamina, batalla de la que conocemos el nombre de su comandantes y disposición de sus barcos, a pesar de haber transcurrido hace mas de dos mil años, pero que desconocemos del sacrificio personal de aquellos que lucharon.
Sobra decir que finalmente la novela me emocionó y que alguna lagrimilla tuve que contener, a riesgo que la señora que sentaba delante mio en el tren no creyera que lloraba por algo mas que un buen final.
Para ser sincero, lo que me ayudó a acabar con el libro era sobretodo las personas que me habían recomendado el libro y lo improbable que estas encontraran fantástico una novela que fuera una apología a un fascista. Tenía que haber gato encerrado.
Y es que el truco no es visible hasta el final, cuando en un sorprendente final la novela da un giro total para desacreditar al supuesto héroe de la novela, Sánchez Mazas, que glorificaba la guerra y la proponía como remedio contra los problemas sociales; y mostrándonos a los verdaderos héroes de todas las contiendas, aquellos que entregan toda su vida de forma anónima a causas estúpidas como estúpidas son todas la guerras, y que están condenados a que su sacrificio sea engullido por el olvido del tiempo. De ahí lo de Soldados de Salamina, batalla de la que conocemos el nombre de su comandantes y disposición de sus barcos, a pesar de haber transcurrido hace mas de dos mil años, pero que desconocemos del sacrificio personal de aquellos que lucharon.
Sobra decir que finalmente la novela me emocionó y que alguna lagrimilla tuve que contener, a riesgo que la señora que sentaba delante mio en el tren no creyera que lloraba por algo mas que un buen final.
2 comentarios:
Este es uno de los mejores libros que se han escrito estos últimos años. Lo leí dos veces ya, y las dos veces me ha costado, como a ti, contener las lágrimas con su final. La historia, preciosa, esa pregunta constante de "qué se le pasó por la cabeza al miliciano que le salvó la vida?", la búsqueda por parte del autor y cómo lo describe en forma de novela; y sobre todo, cómo está escrito. Una pasada. Un libro que he recomendado a mucha gente y que ha gustado a todo aquel a quien se lo recomendé.
Por cierto, me gusta mucho tu blog, porque combina dos de las cosas que más me gustan en este mundo: la música y la literatura.
Un saludo!!!
Muchas gracias por el comentario!!! Me da muchos ánimos para continuar.
Por cierto, tu blog también me gusta mucho tu blog. De momento te voy a tener que agradecer mucho haberme dado a conocer a Elliott Smith.
Un saludo
Publicar un comentario