martes, 9 de noviembre de 2010

ESTUPOR Y TEMBLORES de Amélie Nothomb. ¡Qué chungos son estos Japos!


El Lunes ha sido un mal día. ¡Como que he vuelto al trabajo después de una semana de vacaciones! Y un día como este solo me reafirma en mis teorías: que esto de nacer pobre y tener que trabajar es una putada. Pero ya vendrá esa quiniela que se me resiste y me retirará del mundo laboral, ya vendrá. (Nota mental: empezar a hacer quinielas).

Pero como todo se ha de mirar por el lado positivo, y en estos casos el mejor consuelo es pensar que hay casos peores. ¿Que vuestro trabajo es una mierda? ¿Que vives completamente esclavizado? ¿Que tu jefe te pide tu sangre para venderla a los hospitales? Je je je, eso no es nada: por lo menos no trabajas en Japón. ¿No me creéis? Pues entonces leer Estupor y Temblores de Amélie Nothomb.

Ser una buena escritora no
quiere decir tener  buen gusto
Amélie Nothomb es una escritora belga de curiosa biografía. Siendo su padre diplomático, nació en Japón y creció en China, Estados Unidos, Laos, Birmania y Bangladesh. No vivió en Bélgica hasta que tuvo que empezar la universidad, en la que no se adaptó ya que los compañeros le tenían cierto recelo por ser su bisabuelo un político de ultraderecha, algo así como ser la bisnieta de Hitler pero a la belga (¿Por que será que creo que en España un bisnieto de Franco no tendría esos problemas?). Acabada de licenciar, se fue a trabajar a Japón, tierra que consideraba la suya por haber nacido allí... y aquí empieza Estupor y Temblores, en el que nos narra su experiencia como trabajadora de una gran corporación japonesa.

Aviso: a todos aquellos fanáticos de todo aquello que se parezca remotamente a Japones, tipo Otakus y otros freakis por el estilo, casi mejor que ni os acerquéis al libro. Seguir viviendo en vuestro mundo de hadas (hadas manga por supuesto) imaginando ser Son Goku al rescate.

Porque el libro no deja demasiado bien a los japoneses. Así, asistiremos como Amélie (la autora no esconde que es su propia historia) entra a trabajar en una gran empresa de Japón como traductora, para terminar en poco tiempo, y debido a que es mujer y ¡occidental!, como la encargada de limpiar los lavabos masculinos. Lo más curioso de todo,es que su némesis es nada mas y nada menos que otra mujer, con la que establece una extraña relación de adoración en algunos momentos.

Escrito con un estilo sencillo y directo, sin casi ninguna descripción, la novela nos va desgranando detalles de la vida laboral en Japón, donde cualquier iniciativa, por pequeña que sea como saludar o cambiar las hojas del calendario, es reprimida y castigada. Nos describe con agilidad las contradicciones del propio sistema como el hecho que se exige el sacrificio de la mujer en bien de los demás, sacrificio que a la vez genera vergüenza a los que favorece; o que se exige a la mujer que trabaje hasta la extenuación en la empresa, sin tener derecho a la vida privada, pero a la vez si has cumplido los 25 años sin casarse, cosa por otro lado si se trabaja de sol a sol, esa mujer es rechazada socialmente.

Sorprende cuando plasma el racismo japonés a lo occidental, dándole un trato de cultura inferior y tosca, así como el choque cultural que supone imbuirse en un sistema que pretende la anulación del individuo, frente a nuestra cultura que justamente prima el individualismo.

A pesar de lo dicho, la narración de Amélie Nothomb en ningún momento parece estar carga de un sentimiento de venganza (y lo encontré a faltar ya que por la mitad del libro quería romper todos mis electrodomésticos japoneses pero mi gato me lo impidió). Es curiosa la justificación que nos da la autora de que a pesar de los malos momentos que pasó en su vida profesional, también hubieron cosas en su vida personal  de las que guarda un grato recuerdo, hasta el punto que se han reflejado en otro libro, Ni de Adán ni de Eva, el cual ya se encuentra en mi gran montaña de libros pendientes a punto de ser devorado. Ya os contaré, ya.

Una curiosidad antes de terminar: la autora sale fotografiada en la portada de todos sus libros. ¿Un gran ego? ¿El diseñador de portadas es un vago? Que cada uno juzgue por si mismo.

La verdad es que es un libro ameno y de fácil lectura, tanto por la temática como por el estilo sencillo de la autora, y cuando lo acabas estás hasta contento con tu trabajo y tus jefes. Lástima que tan vana felicidad solo dure el tiempo que hay entre que acabas el libro y el momento en que empieza tu jornada laboral. Milagros a Lourdes.

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